AIRE Y SEDA

Gajos


Hoy tomé "mi equipo" y salí de casa.



Me fuí a nuestro muy amado rincón, que ni siquiera es nuestro, y allí lo abrí.



Allí lo toqué una vez más, allí lo sentí, allí me sentí volar y me sentí una vez más Paracaidista.



Me digo a mi mismo: Que fácil es soñar y que fácil es volar.



La tela suave, traviesa, llena de color y de olor del paracaidas, me llevó a saltar una vez más, por lo menos en mi mente.



Doblé mi equipo, que no es mío aunque lo siento mío, y me sentí una vez más en la periquera del avión, en el montante, descendiendo a gritos a todo pulmón, sentí el aire fresco de la altura, el ronroneo del avión, ví los rostros de mis camaradas y la zona de salto.



El equipo, "mi para", mi trozo de tela, me estrechó la mano, me estrujó el alma, y creo que me dijo que tambien sin pertenecerle me sentía suyo. Ah! mi parachute con sus vivos colores y su manchón de sangre, su inconfundible aroma a sudor y miedo, su olor a cosa guardada y gloria, solo uno lo sabe.



Dirán que estoy loco (me gusta la explosión, dice una canción marinera), pero, hablamos "mi" paracaídas y yo.



El me extraña y lo extraño a él.



Y entre secretos me confió que pronto, adherezado a mi cuerpo viviremos otra aventura y que de la mano, con la ayuda de San Miguel, entre gritos, el rugido del motor, quizá brillando el sol, de las alturas con su ruda suavidad me depositrá en tierra, me llenará de vida y renovará mi alma.



Al final de una especie de pelea amistosa lo guardé en su contenedor, creo que su briosa tela se resistía a dejar de ser admirada, pero al final se resignó.



Regresé a casa alegre y anhelando una vez más trepar al avión, saltar con mis camaradas y pegar un grito de gusto al llegar a tierra, las manos temblorosas de emoción y estrechar con cariño este travieso trozo de tela a gajos, líneas y candados llamado Paracaídas.
Hasta el próximo salto.